La otredad, también conocida como alteridad, designa una expresión cargada de diversas connotaciones, tanto místicas como religiosas y filosóficas. Ésta proviene de la expresión latina alteritas. En griego, ésta era designada por medio de la palabra heterotes, y Aristóteles, por ejemplo, la distingue del género. La noción de otredad que históricamente ha perdurado en occidente se basa en conceptos muy arraigados de unidad y diferencia entre los objetos. El pensamiento en occidente ha estado generalmente enfocado a lo uno y lo mismo, y sólo recientemente en los últimos cien años ha habido un giro hacía lo múltiple y lo otro.
La dialéctica del uno y del otro (del no-uno, de los muchos) tiene en la metafísica y lógica de pensadores de la antigüedad como Platón y Parménides un significado muy elevado. Con Plotino, posteriormente, el 'nous' es una otredad con respecto al 'uno, puesto que en esta relación se da la duplicidad de lo conocido con lo que se conoce.
En la edad media, la otredad sólo podría haberse entendido con respecto a la expresión de que la imagen de dios se revelaba en el mundo. En esta visión del mundo, no había realmente una otredad, puesto que todo estaba y era por obra de Dios: nada podía trascenderlo y por lo tanto Dios no tenía un 'otro'.
Para Hegel, el otro es 'el segundo, la parte negativa del primero', pero no es un negativo vacio, es decir, una nada, el aspecto de negación de la dialéctica, sino que es el otro del primero, lo negativo de lo inmediato y es, por ende lo intermedio; contiene la determinación de lo primero en sí. A la vez, el otro es 'lo intermedian te'. Es el otro en tanto no de uno, sino el otro en sí mismo, el otro del otro. Es por eso que Hegel comprende a la naturaleza como idea en la forma de una otredad.
La postmodernidad y la filosofía de la segunda mitad del siglo XX han revitalizado la cuestión de la otredad. La otredad aparece con los límites y la multiplicidad. La seguridad y las reglas que conciernen al individuo y a la sociedad ya no son vistas como general y universalmente válidas, sino que cambian con cada frontera marcando la otredad de los muchos con respecto al uno de lo general. La postmodernidad toca muchos temas relacionados con la libertad y su relación con la reflexividad, que siempre supone un otro. Ya no habría libertad sino sólo la obligación a decidir. ¿Pero cómo sabe uno lo que realmente se quiere? En el psicoanálisis de Jaques Lacan, lo que uno quiere no pertenece (como querer) solamente a uno, sino que es el querer del otro (puesto que yo quiero algo otro) así como el querer del Otro (quiero saber qué es lo que el otro quiere de mi).
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